Gabriel Salazar clasifica la memoria de chile en tres, una
es la memoria oficial, la memoria de las elites dominantes, del estado y en rigor de los
vencedores, otra es la memoria historiográfica, la memoria de la academia, esa memoria universitaria, la
memoria que es ciencia oficial por su consistencia aplicada en tesis fundamentadas en los hechos
estudiados. Y en tercer lugar tenemos lo que él llama “la memoria social”, esa memoria
colectiva, que se divulga en la esquina, en los barrios, en la gente concreta. En Chile los Vencedores,
creadores de la memoria oficial, no solo han construido esta, si no han construido el Estado, el
sistema institucional, la constitución, el discurso legitimador del sistema y materialmente
construido una monumentalidad donde se expresan sus símbolos, sus héroes, sus castas, su
política, su memoria, etc. Me refiero al aparataje de estatuas y monumentos que ha llenado el espacio
público.
Entre las imágenes de los vencedores, la estatua de Diego
Portales ubicada en la Plaza de la constitución es un icono de esta monumentalidad oficial.
Diego Portales articulador de la constitución de 1833, impone las ideas sostenidas por el
sector conservador y la antigua aristocracia terrateniente en
Chile. Empresario, político y ministro de estado aplico duras medidas, destierros, fusilamientos a
sus opositores, persecuciones, etc. Fue fusilado por un alzamiento militar debidos a sus medidas.
La estatua de Portales tiene un orificio de bala en su pómulo izquierdo,
hecho que coincide con el relato que describe el momento en que fue fusilado Diego
Portales, el cual recibió un disparo en su pómulo izquierdo dejando un orificio en el cráneo, particularidad que
permitió que este fuese reconocido cuando se encontraron sus restos en la catedral de Santiago.
Esta particular «cicatriz» está perpetuada por “casualidad” en el
monumento tras los duros ataques que hubo durante el golpe
de Estado del 11 de septiembre de 1973.